Cabezas: Eventos del 11-Abril rompieron la convivencia, el respeto y la tolerancia en democracia

El economista y dirigente político sostiene que la ruptura del diálogo político, esencia de la democracia, es la herencia que dejaron los sucesos de aquel fatídico día en que muchos venezolanos, de ambos bandos de la polarización, perdieron la vida.

 

“Veinte años no es nada…”, dice el tango, pero dos décadas después seguimos sufriendo del mismo mal que llevó a los sucesos del 11 de abril de 2002, cuando Hugo Chávez fue desalojado del poder por unas horas.

“Esos eventos ayudaron a que se rompiera la convivencia democrática, el respeto y la tolerancia en democracia”, sentencia Rodrigo Cabezas, quien rompió hace unos años con el partido de Gobierno y hoy activa encarando las políticas que desarrolla Miraflores.

Al evaluar las lecciones de los eventos de esos días, que ya suenan lejanos para algunos, inexistentes para buena parte de la población joven venezolana que no los vivió o que estaba muy pequeña para recordarlo con claridad, Cabezas destaca la pérdida de la capacidad de dialogar, esencia misma de la democracia y de la política entendida con altura.

“El diálogo en democracia debería ser un hecho normal, natural, obligante y exigible a las fuerzas políticas. Diría que importaría mucho que los venezolanos, reflexionando, podamos decir que un diálogo y convivencia democrática de nuevo tipo es lo que va a superar las heridas que nos dejó el 11 de abril.

Esos eventos dejaron este largo camino de confrontación que atrincheró a unos en Miraflores y desbordó a otros desde la oposición. Hoy, 20 años después, sigue marcando la vida nacional”, comenta Cabezas.

También habla de que existe en este momento una élite política que no tiene la mayoría y que reconoce a un país que “está reclamando cambios sin ser escuchado, por ahora”.

“La ruptura del diálogo democrático es la consecuencia más delicada que nos dejó esa polarización. Ese proceso llevó a unos a usar las armas para desalojar a un Presidente constitucional y desarrollar una agudización política que paraliza a una sociedad y a una nación”, reflexiona el dirigente.

 

-¿Cómo influyó el tema económico en el desarrollo de los sucesos del 11 de abril?

-La actividad económica estaba con dificultades. Una tasa de desempleo del 9%, preocupante en el 2002. Se habían producido manifestaciones de los sindicatos que todavía mantenían alguna fuerza, caso de la CTV que era fuerte y no estaba diezmada como está ahora. Ellos habían llamado a paros nacionales y movilizaciones. Ese es un dato importante. Había un malestar en la sociedad y en el mundo del trabajo en relación al tema del desempleo. El Gobierno no había logrado bajar la inflación del promedio de 20%. La promesa de llevarla a un dígito no se cumplió.

 

Luego de esta descripción de algunas variables económicas y sociales,  Cabezas destaca el tema de las leyes habilitantes que marcan un rumbo en el desarrollo de los eventos.

“Otro hecho que está también en el terreno económico es la decisión del Gobierno de adelantar, con las leyes habilitantes, todo un proceso de democratización particularmente de la propiedad de la tierra. Se intentó hacer una revolución agraria, sin declararla como tal, pero las leyes habilitantes tocaban el tema de las tierras ociosas, es decir, tierras de propiedad privada que estuvieran ociosas y todo ello causó mucha tensión con el mundo empresarial del campo venezolano y un rechazo del sector empresarial a esta decisión que se percibió como expropiatorias. Eso aceleró el distanciamiento entre el Gobierno y las cúpulas empresariales concentradas en Fedecámaras, Conindustria, Fedeagro. Literalmente se rompió el diálogo”, señala Rodrigo Cabezas.

Insiste en destacar que para el momento no había un auge económico, “todo lo contrario. Ello facilitó que, sobre el malestar social que había en ese momento, la oposición se planteara un proyecto insurreccional”.

“Recuerdo una conversación con el presidente Chávez -siendo ya su Ministro de Finanzas- en la que reconoció que en el 2002 las encuestas del área estratégica que llevaban en Miraflores daban una popularidad del presidente 33%. Él consideraba muy bajo apoyo y de opinión pública, además había un rechazo muy fuerte del 45% de la población.

 

-Luego del regreso de Chávez… ¿Se le pasa factura al empresariado?

-Al mirar los años 2003, 2004, 2005, 2006 la respuesta es no. Esa misma noche del 13 de abril el Presidente se presentó magnánimo y eso hay que reconocerlo. Sacó un Cristo. No hubo persecuciones a nadie. No hubo detenciones masivas. Me refiero a llenar los sótanos y cárceles de la policía política de activistas, incluso hubo una decisión del Tribunal Supremo de Justicia, que tuvieron que aceptar, que obligó a la no sanción de los militares que estuvieron involucrados en la insurrección militar del 2002. Creo que la ruptura con el empresariado vino del 2007 en adelante, cuando el modelo que se asumió para el cambio social, que era el socialismo, la revolución lo entendió como una confrontación contra el capital privado, pero eso fue años más tarde.

 

-¿En qué sustenta esa afirmación? ¿El discurso oficial siempre fue hostil con los empresarios?

-Los números hablan por sí mismos. En 2004 y 2005 creció la economía a tasas que comenzaron a sorprender. En 2003 hubo una especie de rebote técnico, pero ya los años que siguieron hasta 2007 teníamos una economía que iba creciendo a 5% interanual del Producto Interno Bruto (PIB). Eso era demostrativo que había una inversión privada sustantiva, de hecho se recuperó el número de empresas que se instalaron en la economía venezolana.

 

-¿Cómo incide el 11 de abril en la radicalización del proceso bolivariano?

-Desde el punto de vista político no siento que haya generado un giro trascendente, importante. Un dato que debe mirarse es que comienza una relación más profunda con los cubanos y hacia 2003 se instalan las dos primeras grandes misiones que elevaron la popularidad de un Gobierno que tenía entre 30% y 33% de apoyo. La Misión Robinson destinada a enseñar a leer y escribir a unos 800.000 venezolanos que eran analfabetas y la Misión Barrio Adentro, que significó que por primera vez en muchos años la prestación del servicio de salud que llegara a barrios populares con gente humilde sencilla y muy empobrecida.

Rodrigo Cabezas se detiene en el desarrollo de la idea y decide de hacer un camino alterno a la explicación que acaba de exponer.

“Podría decir que no fue así en la esfera militar. Creo que Hugo Chávez se convenció de que tenía que hacer una especie de depuración en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que era la que realmente le había desalojado del poder por unas horas. Entonces si se habla de radicalización del proceso a partir del 11 de abril, yo lo colocaría en el estamento militar en el que comienza a operar un proceso de control férreo de los altos mandos militares, desde el punto de vista de la conducción, de la designación de las jerarquías militares y en el campo de la ideología. Esto hizo que la FANB, más allá de la Constitución, se convirtiera en la Fuerza Armada del proyecto socialista. La radicalización podría verse en ese campo.

Finalmente, Rodrigo Cabezas insiste en la necesidad de cambiar el rumbo de confrontación que le ha impuesto el 11 de abril al país desde hace 20 años.

 

Fuente: Diario Versión Final