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OTRA VEZ LA VENGANZA

POR:  ENRIQUE OCHOA ANTICH

Es como si el tiempo fuese una serpiente que se muerde la cola.

I

Me recuerdo hace ¡un cuarto de siglo! alertando, en particular a mis compañeros de la izquierda democrática, que la figura falsamente épica de Chávez, basada en el truco de una mal ganada fama de guerrero con ocasión del 4F, cuando se rindió sin cumplir su objetivo militar y sin disparar un tiro, tendría penosas consecuencias para la nación. Decía, con muchos otros, que Chávez era bueno para destruir pero no tenía capacidad para construir nada. Pletórico de anatemas, insultos, descalificaciones y burlas, era la prefiguración de un autócrata intolerante y camorrero. Recuerdo los peregrinos apercibimientos de Teodoro al MAS y la rechifla de la que fue objeto. Cuando García Márquez planteó en su célebre artículo el dilema sobre los dos Chávez, yo no dudé un momento en que no sería, según las palabras del Gabo, el que aprovecharía “la oportunidad de salvar a su país” que la suerte empedernida le ofrecía sino “el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más”.

Luego estaba su cabeza atestada de viejos y polvorientos mitos revolucionarios casi textualmente extraidos del Manifiesto de Marx y Engels de 1848: estatismo del más rancio pero espolvoreado con el repetido y decadente populismo petrolero que significó para el puntofijismo su enfermedad mortal, mismo que de las vacas gordas de los 70 nos arrastró a la crisis económica del viernes negro, social del 27F y política del 4F, todo lo cual produjo (por la inhibición criminal del MAS y la Causa R) a Chávez. “No nos cayó del cielo”, como bien confesó Pérez, “…lo parimos”. La última vez que almorcé con él, cuando me dijo “Nosotros te tenemos entre nuestros planes”, le expliqué al amigo Hugo que no podía apoyarlo porque él no creía en la economía de mercado y yo sí. Increíble poder decirlo ahora cuando tal vez ésa haya sido la causa principal de su fracaso histórico y de nuestras desgracias actuales.

El sentimiento que se apoderó entonces del país como una espesa mancha roja fue el de la venganza. Con Chávez todas las injusticias serían vengadas. Se le pasaría factura a “los políticos” que eran todos unos villanos corruptos que habían destruido el país. ¿Quién mejor para cumplir esa tarea que un oficial plebeyo? Lástima que no se vio, como pudimos ver algunos, que era sólo un chafarote ignaro y aventurero. El país no nos escuchó, deslumbrado por el espejismo que un buen prestidigitador de la política supo crear.

II

Sin hablar de otros “yo lo dije” en el largo rosario de criminales errores del extremismo opositor (desde 2002 a 2005 y desde 2016 a 2021), me recuerdo también advirtiendo en 2017 y 2019 cómo la adopción de una política explícitamente insurreccional nos conduciría como nación a un desastre mayor al que ya vivíamos y como oposición a su dispersión y ruina. Que la oposición sería derrotada. Que se calculaba mal la correlación de fuerzas. Que la resulta sería muy variada pero siempre sombría: cárcel, inhabilitaciones, exilios, muerte. Procuramos demostrar cómo la selección de un diputado sin mérito alguno pero perteneciente a las filas del extremismo más delirante y estúpido nos arrastraría al desbarrancadero. Pero este sujeto de infausta memoria alcanzó el apoyo hasta del 70 % del país y fue aplaudido incluso en el mundo entero. Los opositores se creyeron el truco de que teníamos otro “presidente”. Aturdidos por el estruendo de esa bulla vacua que es propia de quien ofrece por toda estrategia un improbable coraje, engañados por la demagogia maximalista del “todo o nada”, clamando venganza contra estos “narcoterroristas comunistas” que habían acabado con el país, los opositores tampoco esta vez escucharon.

III

Por allí anda nuestra Juana de Arco, cabalgando sobre las ilusiones de los desprevenidos e ingenuos opositores. La prestidigitación de la señora Machado consiste esta vez en hacerse ver como un tercero en discordia, diferente al gobierno y a la oposición, opción que tánto hemos anhelado muchos (y según dicen las encuestas, la mayoría del país). Pero no es un tercero moderado, al centro entre los dos polos, ¡sino un tercero en el otro extremo derecho del tablero! O sea, que en 25 años, la idea es pasar de un extremismo de izquierda a un extremismo de derecha.

La otra faceta del truco es presentarse como una opción impoluta que nada habría tenido que ver con la dirección opositora de este cuarto de siglo, esos políticos malvados, vendidos y blandengues culpables por ello de que no se haya podido salir de la “dictadura chavista”. ¿Quién mejor que una aristócrata hecha a imagen y semejanza de la anti-política? No importa que ella haya sido protagonista de todas las derrotas ocasionadas por el extremismo (11A, paro, abstención, La Salida Ya, intervención militar extranjera, sanciones, “interinato”). No importa que, llamando a la abstención como una desquiciada, se haya resistido al “golpe de timón” de 2006 que fue el que condujo a 10 años continuos de victorias opositoras, las únicas en cinco lustros: referendo 2007, principales gobernaciones y alcaldías en 2008 y 2009, más votos que el PSUV en 2010, y conquista de la AN en 2015.

La última vuelta de tuerca es producir la falsa conciencia según la cual el “interinato” fracasó porque su portavoz fue tibio y timorato, y no a causa de una “falla de origen”, de un error de diseño del que ella fue plenamente copartícipe. Si la causa fue un liderazgo pusilánime, la señora Machado sube a su cabalgadura, toma su rodela y su adarga, y anuncia que ha de embestir sin contemplación alguna contra el enemigo. ¡Venganza! ¡Venganza!

Puro embauco. Pura simulación.

Pero observo con angustia que de nuevo las tentadoras sirenas cantan hechizantes para desviar a los marineros de su ruta. Otra vez la venganza obnubila las conciencias y, como el toro bruto que embiste una y otra vez el capote bermejo, la oposición se apresta de nuevo a lanzarse feliz por el despeñadero. ¡Ni un paso atrás!, gritan….. al borde del abismo.

¡Eso ya lo vivimos! Lo que nos aguarda, si la hipótesis -ojalá que negada- de una victoria electoral de la señora Machado prospera, es otro “choque de trenes” como el de 2016, pero esta vez desde el Poder Ejecutivo, en pendencia con: una AN chavista, un TSJ chavista, un Fiscal General chavista, 20 gobernadores chavistas, 200 alcaldes chavistas, y una F.A. determinantemente influida e ideologizada por la simbología chavista. Si no es cohabitando y negociando con ellos, no sé cómo espera llegar a las parlamentarias de 2025. Sería entonces, en una nueva AN y negociando los 2/3 necesarios con la fracción de diputados del PSUV (probablemente numerosa), cuando puedan designarse, con apego a la Constitución, los nuevo Poderes Públicos.

Si está dispuesta a cohabitar y negociar un plan de gobierno de Estado con el chavismo, que lo diga, y seré el primero en felicitarla. Que no engañe a su gente, es lo que pido. Porque si intenta cumplir lo que promete, es decir, la camorra y el exterminio del adversario chavista y la disolución de los actuales Poderes, no le auguro buena suerte: en el medio puede estarla esperando el patíbulo político del juicio y la destitución. ¿O es que cree que el proyecto chavista de partido-Estado es tan débil como el puntofijismo de 1999 y que tiene sus mismos escrúpulos democráticos? Claro, siempre le quedan los marines, ignominia que probablemente anida en su mente febril y que ni siquiera me digno considerar.

Ojalá no tenga en 2025 que repetir el manido “yo lo dije”. Ya se me está haciendo infausta y tediosa costumbre.

Fuente: El Regional del Zulia