La vida de las cosas

¿Los objetos tienen vida?
Siempre he pensado que los objetos tienen vida propia, cada uno de nosotros le pone la energía con la que el objeto entro a nuestras vidas, hay objetos llenos de recuerdos, de pasados presentes, de añoranzas y nostalgias, un fin de respuestas para calificar a nuestros objetos preciados.
En mi caso, se me encuentra tarde, en la noche, me gusta recibir visitas y amigos en casa, mi sala llena de fetiches, muebles y objetos queridos, todos y cada uno con una larga y curiosa historia, una colección de discos de rock nacional, muñecos y objetos de The Beatles, rarezas únicas, el decoro más llamativo son mis amigos, los lobos nocturnos, que se quedan a beber un trago corto.
Alex Ayala Ugarte nos deleita con su libro “La vida de las cosas” de la editorial “El Cuervo” con 51 cuentos sobre objetos de todo tipo, sobre fetiches de la gente, él autor dice “los objetos son nuestra memoria. Son los rastros de lo que hicimos, una profecía de lo que haremos y una ventana a nuestra biografía.
Mi cuento favorito “El sonido imperfecto de la soledad”, además de una carga de nostalgia por un viejo amigo que ya no está (Amaru Villanueva Rance) pero que me hizo creer en una forma dialéctica de entender la vida, de acostumbrarnos que la muerte es una forma de vida que aun no entendemos, luz y sombra al mismo tiempo. Amaru un joven de 26 años que trabajaba en Silicon Valley (Estados unidos), ciudadela de la tecnología mundial, un día un grupo de bolivianos le invitaron a tocar la quena, eso se volvió en una epifanía para volver definitivamente a Bolivia, él decía “tengo una predisposición genética, una memoria ancestral”, su madre le cuenta que cuando estaba en el vientre escuchaba las mismas canciones que ahora interpreta. Su padre un fabricante de quenas, Amaru desde muy pequeño ayudo en esa construcción.
Es así que los objetos queridos se van construyendo, Marx diría “esa totalidad concreta, esa totalidad objeto, aparece en la mente, como todo del pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo posible”.
Otro cuento llamativo, histórico, es “El hombre que no se apegaba a nada” sobre Víctor Hugo Viscarra, el último poeta maldito, en realidad sobre Manuel Vargas de la editorial Correveidile quien edito el primer libro del Vico, “Alcoholatum y otros drinks”, armando pedazos de servilletas, de papeles mal cortados, algunas páginas a mano, otras a máquina, flechas que llevan como en un pasadizo a otras para completase, cuentos acabados, otros perdidos, es así que Manuel terminó en el lapsus de dos meses en armar el libro.
Además de eso Manuel actualmente cuenta con un fanzine de algunos cuentos, unos folios con parte de su autobiografía y artículos de prensa, él cuenta que lo demás se lo entrego a uno de sus sobrinos, pero el material que cuida y protege es un tesoro para la literatura boliviana y para los seguidores del Vico, siempre con esa chispa, con esa gracia, como cuenta Marco Basualdo, “El antropólogo”… “¿antropólogo?”. “Sí. Es que conozco todos los antros”. Marco dice que el Vico nunca abandonaba su sarcasmo ni en las peores depresiones provocadas por el alcohol, muestra muchas anécdotas más, rebusca en algunos pasajes y lo sintetiza para contarnos hermosos pasajes a su lado.
Y para que agarren el libro como una invitación a leer esas crónicas que escribe Alex en sus 51 cuentos, como tercera recomendación esta “Los saxos perdidos nunca vuelven” Américo Estévez es Saxoman, él cuenta que el primer saxo que compró estaba valorado en 2.000 dólares pero que lo consiguió en 500, era un Selmer que le robaron en una universidad unos señores de terno, bien vestidos, es algo que lo acongoja hasta el día de hoy, ahora prefiere tener uno más sencillo, barato y fácil de manejar, para no pasar percances.
En fin un libro lleno de historias, horas donde uno se transpola a cada uno de ellas, a la importancia de los objetos por sus sujetos.