La trágica historia de Battling Siki, el primer boxeador africano campeón del mundo

El 16 de septiembre de 1897 nace en la ciudad porteña de Saint-Louis, en la Senegal aún francesa, Mamadou Mbarick Fall.
Poco se sabe sobre su infancia. La versión más conocida relata que, con 12 años, una bailarina francesa que se encontraba en la localidad de vacaciones se enamoró de su escultural cuerpo, y se lo llevó a Francia. Quería que formara parte de su séquito mientras se desplazaba por Europa.
Lo que sí se sabe es que con 14 años Fall, ya llamado Louis, se encuentra en Marsella. Trabaja como friegaplatos. Y un buen día se ve en envuelto en una trifulca. Con la fortuna de que un veterano mánager de boxeo la observa. Y queda fascinado por la facilidad con la que Louis tumba a un tipo que le dobla la edad y la estatura.
Consigue convencerle para que comience a entrenar como boxeador (tampoco le costará mucho). Adopta su nuevo nombre, Battling Siki, y llegan los primeros combates. Pese a unos inicios bastante dubitativos, con ocho victorias, seis derrotas y dos empates, se convierte en profesional. Hay cimientos. Hay futuro.
Un futuro que se verá truncado de manera abrupta tras el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Siki se alista en la Armada Francesa, sirviendo en el 8º Regimiento de Infantería Colonial, un cuerpo conformado por soldados de las colonias de África Occidental. Combate en la península de Galípoli, escenario de una de las batallas más cruentas de la Guerra. Fallece más de la mitad de los combatientes. Pero Siki sobrevive. Se destaca como uno de los soldados más valientes. Y será condecorado con la Cruz de Guerra y la Medalla al Valor Militar. Aunque pronto se la retiran por mal comportamiento.
De regreso a Francia, retoma el boxeo. Se centra en el boxeo. Y pronto se destapa como uno de los semipesados con mayor futuro del continente. Combate en París, Amsterdam o Barcelona, entre otros, encadenando 43 victorias en 46 combates. Sin embargo, la posibilidad de optar por un cinturón europeo o mundial queda lejos. Los púgiles negros tienen muy complicado hacerlo por aquel entonces.
La oportunidad de hacer historia
Pero todo cambia el 24 de septiembre de 1922. George Carpentier, campeón del mundo de los pesos semipesados y gran ídolo nacional francés, accede a batirse con Siki.
Según los historiadores de boxeo, la oportunidad le llega al senegalés porque previamente se había acordado su derrota. Pero las cosas no salen como están previstas.
En el Buffalo Velodrome de París, y ante 55.000 espectadores (nuevo record de público en Europa), Carpentier comienza sometiendo a Siki. Pero de repente el senegalés, ante el estupor de todos los presentes, reacciona. Lanza un golpe tras otro a su adversario. Y en el sexto round un gancho de derecha abre la guardia del francés, al que le suceden una infinidad de golpes que terminan por enviarlo a la lona.
Bernstein, el árbitro, argumenta que Siki le ha dado una patada, y da la victoria a Carpentier por descalificación del senegalés. Una decisión que hará enloquecer al público. Hay disturbios. Interviene la policía. Y tras 45 minutos de deliberación, los tres jueces deshacen el primer veredicto. Declaran ganador oficial a Battling Siki. Es campeón del mundo de peso semipesado. Es el primer boxeador africano campeón del mundo. Un hito cuya trascendencia alcanza aún nuestros días, más de un siglo después.
Una vida turbulenta
Aquella histórica hazaña deportiva desencadenará de manera inmediata una nueva vida demasiado agitada para Siki. En la misma noche de su victoria se le ve por todos los bares de Montmartre. Quizá entendible la celebración. Pero no tan comprensible es cuando a la semana siguiente aparece con un mono al hombro y un cachorro de león atado a una correa.
Sólo dos meses después surgen los primeros problemas deportivos, con su expulsión de la Federación Francesa de Boxeo por haber golpeado al entrenador de otro boxeador.
Con todo, el 17 de marzo de 1923 se acuerda que defenderá su corona ante el irlandés Mike McTigue. Sí, el Día de San Patricio. En Dublín. Lo cierto es que Siki llega al combate lejos de su mejor forma. Lejos de la histórica noche en el Buffalo Velodrome. Y termina perdiendo. En un combate controvertido, y tras la decisión de los jueces. Pero pierde su reinado al fin y al cabo. Sólo seis meses después de alcanzarlo.
Aquella derrota será el inicio de su cuesta abajo. De una serie de combates en los que no da la talla. Tras caer en junio con el francés Morelle, se cierra su carrera en el alto nivel. No ha pasado ni un año, pero su gusto por la fiesta, el alcohol, y las peleas callejeras le alejan de lo que algún día fue.
Un camino que se multiplica tras poner rumbo a Estados Unidos. Siki decide que es allí donde debe comenzar una nueva vida. Una mejor vida. Pero nada más lejos de la realidad. Apenas logra un par de combates contra boxeadores de nivel. Y el poco dinero que ingresa, sale a gran velocidad. Las fiestas y borracheras se multiplican. En muchas de ellas, sin poder pagar si quiera la cuenta.
Una muerte confusa
En la madrugada del 15 de diciembre de 1925 un policía le detiene en Hell’s Kitchen, Nueva York, al verle completamente borracho. Siki argumenta que regresa a casa, y que de hecho se encuentra muy cerca. Le deja marchar andando. Pero unas horas más tarde es hallado en el suelo. Le han arrebatado la vida con dos disparos en la espalda. Tenía 28 años.
Nunca se encontró al culpable o culpables. Sí se especuló mucho. Algún bar al que no pagaba la cuenta. Alguna disputa de camino a casa. O incluso alguien que había perdido mucho dinero en el combate supuestamente amañado tres años atrás ante Carpentier.
Un combate que dejó a Mbarick Fall, a Battling Siki, en la leyenda eterna del boxeo. Para siempre, y a pesar de todo, será el primer boxeador africano campeón del mundo. Eso nunca nadie se lo podrá arrebatar.
Fuente: Libertad Digital