Crítica ‘Una buena persona’, con Morgan Freeman y Florence Pugh

Hay actores que tras una magnífica trayectoria terminan haciendo comedias fáciles en las que no reconocemos los grandes papeles que interpretaron en el pasado. No es el caso de Morgan Freeman que sigue encarando papeles difíciles y con numerosas aristas. Así lo vuelve a demostrar en Una buena persona, una de esas películas en la que disfrutas sufriendo, porque es una película sin un sólo respiro.

Una buena persona narra la historia de Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, un novio maravilloso, una prometedora carrera y una familia y unos amigos que la apoyan.

Comenzamos la película precisamente con su fiesta de compromiso donde todo es felicidad. Una felicidad que va a durar poco. Al día siguiente coge el coche para ir a probarse vestidos de boda. La acompañan la que será su cuñado y el marido de ésta. En el trayecto de Nueva Jersey a Nueva York van felices. La pareja le muestra imágenes de su hija adolescente. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos la vida de Allison cambiará para siempre al ser la única que sobrevive a un terrible accidente de tráfico.

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Damos un salto de un año y Allison ya no sigue con su pareja y la adolescente que se ha quedado huérfana se ha quedado al cuidado de su abuelo, el personaje de Morgan Freeman. Allison al salir del hospital, tras una larga recuperación, vive con su madre y se ha convertido en una adicta a los opiáceos para intentar sobrellevar un gran dolor interno que no la abandona.

Con el paso del tiempo, entabla una entrañable amistad con el que iba a ser su futuro suegro (Morgan Freeman), la que le da la oportunidad de recomponerse y seguir adelante con su vida. Lo más interesante de Una buena persona es que todos los personajes tienen claros y oscuros, ninguno lleva realmente una vida perfecta. Es decir, como la vida misma. Florence Pugh demuestra una vez más que es una de las actrices jóvenes con mayor proyección mientras que Morgan Freeman demuestra, también una vez más por su parte, estar en plena forma. Una buena persona es una película en la que el espectador sufrirá con los personajes pero con ese placer que da estar viendo una buena historia.

Fuente: Libertad Digital