“Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”
Rebelión en la Granja, George Orwell
Cuenta la mitología griega que existía un posadero de nombre Procusto que tenía una casa en el Eleusis, en la que acostumbraba a hospedar a viajeros solos.
“mientras los viajeros dormían los amordazaba, para luego atarlos y proceder a cortar los miembros y extremidades que sobresaliesen; pero si la estatura del huésped era inferior a la del catre, procedía a descoyuntarlo, fracturando extremidades con el auxilio de un martillo” (De Freitas Ruiz, 1975).
El horror de Procusto fue eliminado gracias a la valentía de Teseo, quien, de regreso al Peloponeso, retó a Procusto a medirse en su propia cama, aplicándole el mismo tormento que este solía dispensar a sus huéspedes. La moraleja es la aplicación de la justicia, ser afectado por las propias prácticas despachadas.
El término síndrome de Procusto es empleado como un tropo, para referirse al síndrome psíquico, que consiste en invalidar todo pensamiento que no se ajuste a la opinión personal mantenida, es el irrespeto por la independencia del pensamiento, obligando a la colectividad al feo hecho de asumir un pensamiento único, es decir, una manera de amputar el libre albedrío, ese es el sueño de la fruición autoritaria, que reside en los ámbitos de la política, las organizaciones y en los planos educativos, desde donde se enseña a obedecer en lugar de cuestionar.
En el análisis matemático, el método de Procusto es la imposición de un marco común de pensamiento a los procedimientos formales, para llevarlos a una manera extensiva manida, se traslada a la estadística cuando se intenta manejar los resultados de una encuesta y en el plano de la informática la iteración de cadenas de Procusto son series de computación que se cortan o se extienden de acuerdo con el uso.
El término catre de Procusto, es una clara referencia a medios pseudo científicos, que propenden a contaminar los resultados de una investigación para satisfacer los caprichos del investigador.
En la frenética Venezuela de Maduro parece que toda Eleusis se hizo país, y el catre de Procusto se aplica sin piedad, de manera implacable y sin paliativos anteriores, frente a la diversidad del pensamiento. Diferir supone un delito en este expaís, opinar distinto también, muchos periodistas han decidido por voluntad propia mutilar su connatural propensión a pensar distinto, a preguntar al entrevistado aquello que no quiere escuchar, es decir, han torcido el concepto orwelliano de libertad, en lugar de decirle a los demás aquello que no quieren escuchar, han asumido la postura de preguntarle al entrevistado aquello en donde él siente comodidad, convirtiendo el oficio del periodismo en una práctica de propaganda, de manejo de imagen o de camaradería con quien nos corta la libertad, son todas estas formas maneras de actuar a lo Procusto.
En el ámbito académico, las universidades se han trocado en los felpudos del opresor; sin embargo, aún vemos la valentía de algunos estudiantes, como el joven representante de la Federación de Centros Universitarios, que encaró a la ministra de Ciencia y Tecnología para exigir, más allá de obras cosméticas, la libertad de sus profesores presos, condiciones dignas de trabajo y presupuesto justo. Los sudores y la cara del rector de la UCV daban cuenta de la incomodidad ante el hecho de pensar, pero la universidad tiene el deber de defenestrar el síndrome de Procusto, de aprender a cuestionar en lugar de obedecer.
Finalmente, la tara por el pensamiento único y los vestigios del chavismo se han mimetizado con una oposición construida a la medida de los intereses de aquellos quienes usurpan el poder, no solo hay propensión hacia el pensamiento único en el régimen, existe en una oposición instrumentalizada, manida, traidora y crematística que antepone sus intereses individuales por encima de los grandes temas del país. Vendrán los tiempos de la verdad, de la justicia erguida y allí cada cual será dueño de su relato, de su postura frente a la historia. Por ahora, nos corresponde evitar caer en el catre de Procusto, revolvernos en caso de hacerlo para imposibilitar ser amputados. Mientras seamos dueños de nuestros relatos, pensamientos y posturas, tendremos esperanza.
Referencias:
De Freitas Ruiz, A. (1975). Mitologia clásica. Madrid: Gredos.
X: @carlosnanezr
IG: @nanezc
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