El secuestro de Lyan José Hortúa Bonilla, un niño de 11 años, en el corregimiento de Potrerito, Jamundí, ha generado una ola de indignación en Colombia. El hecho ocurrió el sábado 3 de mayo, cuando cinco hombres armados irrumpieron en su vivienda y se lo llevaron por la fuerza. Las autoridades atribuyen el crimen al frente Jaime Martínez de las disidencias de las FARC, liderado por alias Mordisco. Se ha ofrecido una recompensa de 200 millones de pesos por información que conduzca a su liberación.
La comunidad ha respondido con manifestaciones, marchas y actos simbólicos en Cali y Jamundí, exigiendo el regreso del menor. La gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, condenó el secuestro y solicitó la activación de todos los mecanismos institucionales para lograr su liberación.
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, calificó el hecho como un crimen atroz que «cruza todos los límites del horror». Unidades del Gaula del Ejército y la Policía han sido desplegadas para su búsqueda. La Procuraduría General designó a un agente especial para seguir de cerca las actuaciones de la Fiscalía en este caso.
Con más de 60 horas transcurridas desde el secuestro, la angustia crece, pero también la solidaridad. El país entero espera que Lyan regrese pronto y sano al lado de su familia.
3eravoz @soyjosecorrea
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