El Cónclave: Procesos y normativas del mecanismo para elegir al nuevo Papa en 2025

La elección de un Papa es uno de los eventos más trascendentales de la Iglesia Católica y un proceso profundamente simbólico, espiritual y político. Aunque revestido de misterio y tradición, el Cónclave es un mecanismo cuidadosamente estructurado que ha evolucionado con el tiempo para garantizar la legitimidad, privacidad y serenidad en una de las decisiones más relevantes del cristianismo. Este trabajo analiza de forma específica, profesional y crítica cómo se desarrolla este proceso en 2025, considerando tanto su normativa vigente como su dimensión práctica y simbólica.


Contexto General y Fundamento Canónico

El término Cónclave, del latín cum clave («con llave»), hace referencia al encierro de los cardenales en un lugar aislado del mundo exterior con el propósito exclusivo de elegir al nuevo Papa. Este encierro garantiza la libertad de conciencia de los cardenales y evita interferencias externas.

La normativa principal que rige este proceso es la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y modificada en puntos clave por Benedicto XVI en 2007 y 2013. Aunque el Papa Francisco no ha introducido cambios sustanciales al procedimiento, su pontificado ha influido indirectamente en la diversidad geográfica y teológica del actual Colegio Cardenalicio.


Fase Preparatoria: Luto, Logística y Congregaciones Generales

Tras la muerte o renuncia de un Papa, el Cónclave no puede comenzar antes de 15 días ni después de 20. Este lapso permite el arribo de los cardenales al Vaticano, especialmente aquellos provenientes de regiones alejadas del mundo. Durante este período, se celebran las llamadas “Congregaciones Generales”, reuniones de todos los cardenales presentes —electores y no electores— para deliberar sobre el estado actual de la Iglesia y el perfil que debería tener el nuevo Pontífice.

Estas jornadas también sirven para intercambiar impresiones, tantear apoyos e incluso debatir informalmente nombres, aunque sin realizar campañas explícitas, ya que las normas prohíben promesas, pactos o vetos de cualquier tipo.


Composición del Cónclave: Quiénes Votan y Quiénes No

En 2025, el número de cardenales electores se sitúa en 133, todos menores de 80 años en la fecha de inicio del Cónclave. Aunque teóricamente cualquier varón católico puede ser elegido Papa, en la práctica el elegido suele ser uno de los cardenales electores, presentes físicamente en Roma.

Los cardenales se alojan en la Casa Santa Marta, dentro del Vaticano, y sólo abandonan este recinto para trasladarse a la Capilla Sixtina, donde se realiza la votación. Durante el proceso están completamente aislados: sin móviles, internet, televisión ni contacto con el exterior.


Ritualidad y Secreto: La Entrada a la Capilla Sixtina

El momento clave del encierro lo marca el grito Extra omnes! (“¡Todos fuera!”), pronunciado por el maestro de ceremonias. En ese momento, se cierran las puertas de la Capilla Sixtina y comienza el proceso más sagrado de deliberación y votación. Antes de comenzar, los cardenales escuchan una meditación sobre la responsabilidad espiritual que están por asumir y juran guardar el secreto absoluto sobre todo lo ocurrido en el Cónclave.


Procedimiento de Votación: Simbolismo y Precisión Técnica

Preparación de la Votación

Antes de cada votación, se sortean tres grupos de tres cardenales: scrutatores (escrutadores), infirmarii (encargados de los votos de enfermos) y recognitores (verificadores). Cada cardenal recibe al menos dos papeletas, con la frase impresa Eligo in Summum Pontificem («Elijo como Sumo Pontífice»).

Los cardenales escriben el nombre de su candidato, procurando ocultar su caligrafía. Luego doblan la papeleta dos veces, la colocan sobre una patena y la deslizan hacia la urna.

Escrutinio

Las urnas son tres: una para los votos de los presentes, otra para los votos de cardenales enfermos, y una tercera para mezclar todas las papeletas antes de quemarlas. Los scrutatores leen en voz alta cada voto, anotan los nombres y los perforan con aguja e hilo a través de la palabra Eligo. Luego se atan los extremos del hilo para garantizar integridad.

Para que un candidato sea elegido, necesita obtener dos tercios de los votos. Si el número total no permite división exacta, se requiere un voto adicional. Benedicto XVI eliminó la posibilidad de elegir por mayoría simple tras numerosos escrutinios, reforzando la exigencia de un consenso amplio.


Ritmo de Votaciones y Duración del Cónclave

En la jornada inaugural sólo se realiza una votación. En los días siguientes se celebran hasta cuatro escrutinios diarios: dos por la mañana y dos por la tarde. Si tras 34 escrutinios ningún candidato alcanza la mayoría cualificada, se puede restringir la elección a los dos más votados, aunque seguirán necesitando dos tercios. Este punto fue también introducido por Benedicto XVI para evitar la elección por mayoría simple.

Históricamente, los cónclaves modernos han sido breves: dos días en el caso de Juan Pablo II y de Benedicto XVI. En general, las primeras votaciones sirven para identificar a los verdaderos candidatos y medir sus apoyos.


Fumata Blanca: La Señal al Mundo

Después de cada votación, las papeletas se queman en una estufa ubicada en la Capilla Sixtina. Si no hay acuerdo, se añade un producto químico que produce humo negro (fumata nera). Si hay nuevo Papa, se quema la paja húmeda que genera humo blanco (fumata bianca), acompañado por el repique de las campanas de San Pedro para evitar dudas.


Postelección: Aceptación, Cambio de Nombre y Anuncio

Una vez confirmado que un candidato ha recibido más de dos tercios, se le pregunta:

  1. ¿Aceptas tu elección como Sumo Pontífice?
  2. ¿Con qué nombre deseas ser llamado?

Si acepta, se le ayuda a vestirse con la sotana blanca, y se le presenta a la Iglesia Universal desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. El anuncio lo hace el cardenal protodiácono con la célebre frase: Habemus Papam.

El Cónclave de 2025 se rige por un sistema profundamente espiritual pero también altamente normativo y logístico. Equilibrando tradición y modernidad, este mecanismo asegura que la elección del nuevo Papa sea un acto de discernimiento consciente y no de improvisación ni presión externa. A pesar del hermetismo del proceso, el simbolismo y la transparencia en los rituales aseguran la legitimidad del nuevo Sucesor de Pedro ante los ojos del mundo católico y de la comunidad internacional.

3eravoz @soyjosecorrea

 

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