
Nuestro sistema eléctrico venezolano, un tema que, como hemos insistido, es palanca fundamental para cualquier expectativa de un futuro promisorio para nuestro país. Nos basamos en los análisis que hemos venido desarrollando sobre la electricidad en Venezuela, la cual complementamos con la perspectiva de una propuesta para la reestructuración del sistema eléctrico en general y de Corpoelec en particular. Sin perder de vista las intrínsecas limitaciones que impone nuestra dependencia del petróleo, que es la energía primaria de buena parte de nuestra generación termoeléctrica.
El crudo diagnóstico nos dice que tenemos una infraestructura en terapia intensiva. Nuestro sistema eléctrico se encuentra en un estado precario, marcado por apagones frecuentes y fallas constantes que generan un profundo malestar en la población y paralizan la actividad económica.
Tenemos una capacidad instalada nominal de 36.000 MW, pero apenas se alcanzan los 12.000 MW de producción real, una subutilización masiva que clama por atención. La excesiva dependencia de la hidroeléctrica del Guri nos hace vulnerables a las variaciones climáticas, donde las sequías tienen un impacto directo y devastador.
La infraestructura termoeléctrica se encuentra deteriorada por la falta de inversión sostenida en mantenimiento, y muchas unidades están fuera de servicio por fallas; una situación que hemos advertido en múltiples ocasiones.

Fotografía divulgada por la presidencia de Venezuela que muestra una vista aérea de la central hidroeléctrica Simón Bolívar, también conocida como Represa Guri, tomada durante una visita de inspección el 16 de marzo de 2019. Foto: Presidencia de Venezuela / AFP
Los proyectos de expansión han sido, en su mayoría, fallidos, con retrasos y sobrecostos que evidencian una gestión ineficiente; la red de transmisión y distribución es obsoleta, generando pérdidas significativas de energía, lo cual se debe a la falta de inversión y capacitación que limita la modernización y la eficiencia operativa.
La gestión ineficiente, la corrupción y la politización del sector han sido factores clave en esta debacle, y aquí es donde entra un factor crítico, que es la escasez de combustible (gas natural y diésel) para las plantas termoeléctricas operativas.
Nuestra dependencia del petróleo como principal fuente de divisas se traslada también al sector eléctrico, donde las plantas termoeléctricas requieren derivados del crudo para su funcionamiento, donde la industria petrolera venezolana enfrenta sus propios desafíos:
- una producción de petróleo que, con la salida de las petroleras extranjeras, aún está lejos de sus máximos históricos; las sanciones, la falta de inversión, la mala gestión y la corrupción rampante, han impactado negativamente;
- la dificultad para atraer inversión y tecnología al sector petrolero, agravada por las sanciones internacionales; y
- los problemas de infraestructura envejecida y en algunos casos obsoleta, también afectan la producción y distribución de los combustibles necesarios para las termoeléctricas.
Todo lo anterior se traduce en una vulnerabilidad adicional para el sistema eléctrico, porque la irregularidad en el suministro de combustible para las plantas térmicas, causada por los problemas en la industria petrolera, exacerba los apagones y dificulta cualquier plan de estabilización a corto plazo.
Hay que repensar el modelo y tener en cuenta que, en paralelo a las acciones urgentes que habría que emprender, la solución de fondo pasa por una reforma profunda y estructural del sector eléctrico. Con soluciones a mediano y largo plazo:
- revisar la ley eléctrica para permitir la máxima flexibilidad en esquemas de propiedad y la diferenciación de mercados. Un marco regulatorio claro y atractivo es fundamental para atraer inversión;
- transformar la estructura accionaria de Corpoelec convirtiéndola en un holding con apertura a la inversión privada, tanto nacional como internacional, así como la inyección de capital privado y la experiencia de operadores especializados son cruciales;
- separar al país en distritos eléctricos por criterios de homogeneidad, integrando generación regional, transmisión y distribución; una mayor descentralización puede mejorar la gestión y la respuesta a las necesidades locales;
- redefinir la matriz de energías primarias, reduciendo la dependencia de la hidroelectricidad y desarrollando otras fuentes como la solar, la eólica y el gas natural (en ciclos combinados eficientes); lo cual nos haría menos vulnerables a las variaciones climáticas y a los problemas de suministro de combustibles líquidos;
- desarrollar el criterio de plantas térmicas cercanas a los centros de carga; esto optimizaría la transmisión y reduciría las pérdidas:
- invertir en la modernización de la red de transmisión y distribución, incluyendo tecnologías de redes inteligentes (Smart Grids);
- fomentar la autonomía y la gestión eficiente de las empresas eléctricas, con la idea de dejar atrás la politización;
- invertir en la formación y capacitación de personal técnico especializado, porque el conocimiento y la experiencia son activos fundamentales; y
- establecer mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en la gestión del sector, pues la corrupción ha sido un lastre demasiado pesado.
La crisis energética de Venezuela es profunda y compleja, y no hay soluciones ni mágicas ni inmediatas. Quien diga que el tema eléctrico es sencillo, seguramente está perdiendo de vista algunos ángulos… Porque no solo no es fácil, sino que requiere de apoyo parlamentario, y así se cuente con apoyo popular, es un tema que afecta directamente a los seguidores.
Requiere un enfoque integral y sostenido, que aborde tanto las urgencias del presente (mantenimiento intensivo, optimización de la operación termoeléctrica, reparación de la red), como la construcción de un sistema energético diversificado, moderno, eficiente y resiliente a largo plazo.
La voluntad política al más alto nivel es indispensable para llevar adelante estas transformaciones porque seguir haciendo lo mismo no es una opción. Debemos repensar el sector eléctrico con una visión estratégica clara, considerando las restricciones impuestas por nuestra realidad petrolera y buscando nuevas fuentes de energía y modelos de gestión que nos permitan superar esta crisis y construir un futuro con energía confiable para todos los venezolanos.
Habiendo quedado claro que no hay soluciones milagrosas ni fáciles de lograr, las cuales sean sostenibles en el tiempo, debemos reforzar el concepto de que no hay PIB sin electricidad. Que cada punto que se quiera levantar, que cada inversión que se quiera recibir, y que cada servicio que se quiera prestar, deberá tener siempre como base una electricidad disponible y confiable.
Tengo años señalando la necesidad de privatizar los servicios públicos, incluyendo el sector eléctrico para generar estabilidad y mejorar la eficiencia… y que dejen de robar.

Corpoelec
Debemos rescatar la ley eléctrica que promulgó Caldera II (en la cual tuve un rol importante) y que sacó de juego Chávez, y utilizarla como un patrón de guía que le de viabilidad legislativa a todo lo que hay que lograr, pues allí está previsto quienes son los actores del sector, la participación privada, nacional e internacional, así como el rol del estado, que nunca debe ser un estado empresario.
Porque lo que supimos tener antes de 2010, incluía la integración vertical, con empresas con monopolio en sus territorios o distritos eléctricos; una estrategia clara de expansión, tanto térmicos como hidro, donde la infraestructura del Bajo Caroní era de los más grandes de América Latina.
A principios del año 2000, el sistema eléctrico venezolano contaba con 18 empresas eléctricas, 11 pertenecientes al Estado, generando 90% de la energía producida en el país, y distribuyen energía a 69% de los consumidores.
Y esa dependencia del Estado nos hizo vulnerables y permitió que, con un cambio de rumbo del gobierno, las empresas dejaran de ser empresas para convertirse en brazos de operación política que llevaron a la destrucción del sistema… que está carcomido por dentro, así algunas áreas puedan parecer rescatables.
Lo cual llevó que, en la actualidad con apagones y racionamientos, cambios de frecuencia e inestabilidad, con una disponibilidad limitada, nos encontremos con un alto nivel de deterioro, falta de mantenimiento e inversión, habiéndose reducido la capacidad efectiva a 12-14 GW.
Con una gran dependencia hidroeléctrica del Guri sin respaldo eficiente, colocando el balance en que más de 80% de la generación provenga de la nobleza del río Caroní, y solo 20% -en forma inestable- de plantas térmicas. Sin uso de los ventiladores eólicos y sin generación fotovoltaica.
Las pérdidas se estiman -técnicas y no técnicas- en alrededor de 40% de la energía generada, con más de 31.000 fallas eléctricas y racionamientos en el país durante 2023. Para septiembre de 2023 existía una deficiencia aún en la producción de energía respecto a un consumo de unos 15.000 megavatios, teniendo una capacidad instalada de 36.000 megavatios, solo se tiene una producción de 12.000 megavatios.
Un comentario adicional sobre algunos analistas económicos, que cuando los modelos econométricos les decían “crecimiento” para el pasado 2024, la horrible realidad desmentía esos números.
Siempre hay que recordar que, dentro de nuestra caja de herramientas como economistas, debemos tener un “deflactor”, un cierto “delta z”, que nos haga poner en perspectiva los resultados de las corridas, para evitar crear falsas expectativas. Desde hace años, cualitativamente hablando, nuestro PBI ha seguido cayendo, y los valores artificialmente obtenidos se encuentran con un duro choque de realidad cuando los ingresos caen.
Porque en realidad, con la caída sistemática del suministro y la disponibilidad eléctrica, es materialmente imposible que el PBI hubiera crecido… simplemente el PBI de un país, es la electricidad con que cuenta… o, como en nuestro caso, con la que no cuenta.
Como resumen debe quedar claro que:
- el sector eléctrico es crucial para el futuro de Venezuela;
- la crisis actual requiere tanto medidas urgentes, como de largo plazo;
- la privatización para lograr la inversión en el sector, no es una opción, sino una obligación; y
- es fundamental diversificar las fuentes de energía y modernizar la infraestructura.
El plan del nuevo gobierno debe tener unas premisas grabadas en piedra no negociables, y tener un sentido claro de dirección con rumbo a un norte estratégico compartido con los seguidores -a través de la Asamblea Nacional- y de obligatorio cumplimiento y apego por parte de los miembros del tren ejecutivo.
En cuanto al sistema de justicia, junto con la Asamblea Nacional, debería ser cambiado radicalmente, pues desde ya hace varios años no representan al pueblo sino a una cúpula.
Hay mucho para hacer, y muchos triunfos que cosechar… pero sin electricidad, no habrá manera de lograrlo.
Recomendación
- Al gobierno: que priorice un programa de mantenimiento intensivo y transparente en las plantas de generación existentes, tanto hidroeléctricas como termoeléctricas, para intentar recuperar la mayor capacidad operativa posible antes de la transición. Esto incluye asegurar el suministro de combustible a las plantas termoeléctricas operativas y reparar los puntos críticos de la red de transmisión y distribución. Aunque sea una medida de corto plazo, podría mitigar parcialmente la crisis y facilitar una transición menos caótica. Es crucial que este programa se realice con transparencia para generar confianza y evitar acusaciones de mal manejo de recursos.
- A la dirigencia opositora: que desarrolle e implemente una hoja de ruta estratégica integral para la reestructuración profunda del sector eléctrico, tal como se propuso en 2019. Esta hoja de ruta debe incluir la transformación de la estructura accionaria de Corpoelec hacia una holding, con apertura a la inversión privada, tanto nacional como internacional, la diversificación de la matriz energética, la modernización de la red eléctrica con tecnologías inteligentes, y el establecimiento de un marco regulatorio claro y atractivo para la inversión. Esta visión a largo plazo es esencial para lograr un sistema eléctrico sostenible y confiable.
- A la dirigencia empresarial: que promueva activamente los conceptos de coopetition en la revisión de la cadena de suministros y la logística relacionadas con el sector eléctrico. Esto implica que las empresas trabajen juntas para identificar y superar los cuellos de botella que afectan la operatividad y el mantenimiento del sistema eléctrico. Además, deben prepararse para participar activamente en las oportunidades de inversión y gestión que surjan de la necesaria apertura del sector a la inversión privada, aportando su conocimiento técnico y capacidad de gestión para la revitalización de la industria eléctrica.
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