Se tienen que ir

“Se tienen que ir”… Sí, lo sé, hemos leído y oído mucho esta corta frase, sin embargo hoy toma más fuerza que nunca ante la actual coyuntura que vivimos.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y las políticas implementadas con relación al régimen de Nicolás Maduro colocan a éste contra las cuerdas.

Ya, Maduro no cuenta con el apoyo económico y operativo de Chevron, a tal punto que la trasnacional petrolera tuvo que cancelar más de 5 millones de barriles de petróleo que ya habían negociado con el régimen de Miraflores.

 Y, aunque lo quieran minimizar y ocultar, representa un duro golpe para la estabilidad económica del régimen venezolano, pues ya no tendrán la liquidez necesaria para mantener su farsa política.

El tinglado que tienen montado se les vendrá abajo por completo; es decir, lo que viene es el colapso económico del régimen de Maduro. Esto es una verdad que le explotará en la cara.

La ratificación de la cancelación de sus permisos comerciales a Venezuela aíslan económica y optativamente al país. En este momento, Rusia no puede auxiliar a Maduro porque está sumergida en su obstinada guerra contra Ucrania y, por otra parte, China evaluaría si interviene o no, pues ellos tienen sus propias circunstancias que se lo impiden o, por lo menos, la limitan.

Entonces, ¿qué pasará ahora? Bueno, si reinara la sensatez en el Palacio de Miraflores, Nicolás Maduro y sus cómplices tendrían que sopesar que su única salida –lógica y natural– sería la entrega del poder.

Pues, ellos no tienen ni el factor legal, ni el factor legitimidad, ni el apoyo popular y muchos menos el de operatividad para mantenerse en el poder por mucho más tiempo. Lo inteligente es que negociarán su salida del coroto ya.

Y, entregárselo, como es el deber ser, al presidente legítimo de los venezolanos, Edmundo González Urrutia.

Reconocer su derrota electoral del pasado 28 de julio y darle a Venezuela la oportunidad de evitarse la tragedia que los socialistas están fomentando con su permanencia írrita en el poder.

Las cartas están echadas; el régimen socialista está contra las cuerdas, pues ellos saben que Trump no se parece en nada a la actitud dócil de su antecesor, Joe Biden; con el republicano tienen que bailar pegado.

Estoy convencido de que el colapso socialista está en puerta y a ellos no les quedará más remedio que sentarse con los reales líderes de la oposición, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, y acordar un método de traspaso del poder.

No le queda otra salida, pues la única opción restante –diferente a la salida del poder– es el caos que provocaría su terca permanencia en Miraflores y allí perderíamos todos.

Esta es la actual situación y el suelo que estamos pisando.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.

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