China ha acelerado su estrategia industrial con la expansión de sus fábricas, inundando los mercados internacionales con productos de bajo costo. Esta ofensiva amenaza con desplazar a la industria manufacturera de Estados Unidos y otras economías occidentales, generando tensiones en el comercio global.
Según un informe de La Patilla, la política industrial de China, basada en subsidios estatales y producción masiva, ha permitido la exportación de productos a precios artificialmente bajos. Esta estrategia ha beneficiado a los consumidores mediante precios accesibles, pero ha tenido consecuencias perjudiciales a largo plazo para las economías nacionales, incluso en países desarrollados como los miembros de la Unión Europea.
En respuesta, Estados Unidos ha impuesto aranceles del 145% a los productos chinos, buscando contrarrestar el dominio de China en sectores clave como la industria naval. Sin embargo, expertos señalan que trasladar la producción a EE.UU. sería costoso e impráctico, lo que complica la situación para la industria estadounidense.
La expansión industrial de China también afecta a otras economías, como Brasil y la Unión Europea, que enfrentan desafíos para competir con los precios bajos de los productos chinos. Esta situación ha generado preocupaciones sobre la sostenibilidad y la calidad de los productos, así como sobre el impacto en el empleo y la capacidad industrial local.
Con su participación en la producción manufacturera global alcanzando el 32%, China supera a la suma de EE.UU., Alemania, Reino Unido, Japón y Corea del Sur. Esta tendencia plantea interrogantes sobre el futuro de la industria global y la necesidad de políticas que equilibren la competencia y la protección de las economías locales.
3eravoz @soyjosecorrea
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