El gran viraje del presidente Milei

Evidentemente, los datos de la inflación para marzo no fueron positivos para el gobierno abiertamente libertario de Javier Milei, pero en el medio de una coyuntura internacional adversa y en presencia de unas venideras elecciones legislativas, el presidente de Argentina ha agarrado el toro por los cuernos y aprovecha la aprobación de un programa de financiamiento con el Fondo Monetario Internacional.  Bajo este contexto, algunos periodistas de su país lo han definido como una especie de puente técnico, económico y político, para ganar un tiempo valioso, reforzar las reservas internacionales, además de proporcionarle una flexibilidad cambiaria casi total mientras avanza sobre un piso firme la tan anhelada estabilización macroeconómica. 

El nuevo entendimiento y los anuncios ampliamente publicitados por las principales figuras gubernamentales nos permiten esbozar  grandes consecuencias para la población y el mundo empresarial que funciona en el país sureño. 

Fin del control cambiario (fin del cepo en el argot argentino)

Con la decisión de levantar las restricciones para las personas naturales, el Banco Central clausura el control de cambios que existía desde finales de 2019.  Así las autoridades monetarias normalizan el acceso a las divisas y acelera una transición hacia un mercado cambiario unificado. La medida se estructura en una etapa más amplia de apertura, que incluye mayores facilidades para importar, la habilitación para que las empresas distribuyan utilidades al exterior desde 2025, y un esquema de bandas que regula el tipo de cambio.

Fortaleciendo al Banco Central 

El primero y más inmediato de los efectos  del acuerdo es el ingreso de divisas frescas. Bajo un contexto en el que las reservas netas del Banco Central siguen negativas en un monto cercano a los 6.000 millones de dólares, los recursos del FMI representan un buen empujón para el organismo monetario.  Por lo tanto, este año tendrá 15.000 millones de dólares de libre disponibilidad del organismo. El total del préstamo es de 20.000 millones de dólares.

Según la promesa del gobierno, el Tesoro (fondos del Ministerio de Hacienda) le cederá ese dinero al Banco Central a cambio de recuperar las letras intransferibles, una especie de papel pintado que se le fue colocando al BCRA, irónicamente, desde que Néstor Kirchner tomó de allí fondos para pagarle al FMI.

Esa suma no tiene nada de alegórica. Permitiría afrontar vencimientos clave, como los más de 41.000 millones de dólares que deben pagarse en julio, y reforzar la posición externa del BCRA. En un escenario ideal, esos dólares actuarían como escudo, sin necesidad de ser utilizados: la sola presencia de reservas positivas podría disuadir presiones especulativas y darle más previsión a la marcha del dólar. Para eso, sin embargo, será clave que el mercado  piense que  el Banco Central no tendrá que usarlas de manera inmediata.

Definición del nuevo esquema cambiario

La tasa de cambio es el núcleo más sensible de toda esta negociación. Hasta ahora, el gobierno había sostenido un crawling peg del 1% mensual, combinado con el esquema “dólar blend, que permite a los exportadores liquidar parte de sus ventas (20%) en el contado con dólar liqui. Pero la economía no había logrado generar suficientes dólares  para cubrir, en parte, el déficit de divisas recibido, y la presión sobre el mercado es constante.

Ahora, el Gobierno anunció que eliminó el cepo cambiario. El nuevo esquema establece un régimen de bandas móviles en el Mercado Libre de Cambios (MLC), con un piso de $1000 y un techo de $1400 para la cotización del dólar, que se ajustarán mensualmente a razón del 1%. Dentro de ese rango, el tipo de cambio flotará libremente, aunque el Banco Central podrá intervenir en los extremos para acumular reservas o absorber liquidez

La acumulación de reservas no será solo una consigna: será una condición para los próximos desembolsos. Eso implica que, si el Banco Central decide intervenir para frenar una corrida, deberá recuperar luego esas divisas para no incumplir las metas. El riesgo, en este  caso preciso, es que pueda repetirse el patrón de 2018: se gastan los dólares en el mercado y se termina igual o peor.

Más herramientas para defender al peso

El nuevo paquete, aunque no sea un blindaje clásico, le ofrece al gobierno margen de acción. No solo para enfrentar vencimientos, sino también para estabilizar expectativas. Si los dólares del FMI logran evitar que se dispare la brecha cambiaria, la tasa de cambio oficial podría seguir funcionando como ancla de precios, al menos hasta que pasen las elecciones.

¿Qué ha pasado en otros países?

En Perú, no obstante la acidez y belicosidad en la esfera política, el Banco Central de Reserva ha logrado estabilizar la tasa de cambio, mediante la libre circulación del sol y del dólar. Y este Banco Central posee unas reservas de 70.000 millones de dólares, suficientes para contrarrestar cualquier problema de escasez de divisas.

En Venezuela, el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se encontró con un Banco Central sin reservas internacionales después de que los gobiernos de Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi fracasaran con esquemas de controles de cambios, y el país político no aceptó el programa de unificación cambiaria y aplaudió sin disimulo alguno al intento de golpe de Estado del comandante Hugo Chávez Frías, el mayor demagogo de América Latina.

En Ecuador, la dolarización total ha servido para evitar la hiperinflación cuando mandaba Rafael Correa, y así la nación ecuatoriana posee una tasa de inflación muy similar a la de Estados Unidos.  La tasa de pobreza en Ecuador para el año 2024 era de 32,4%, un nivel muy bueno para un país latinoamericano.

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