¿Elegían los antiguos egipcios el lugar para construir su tumba?

Dónde y cómo enterrarse es un tema que siempre ha preocupado al ser humano. Si hablamos de Egipto, lo primero que viene a nuestra mente son tumbas y momias, cuyos descubrimientos resultan llamativos por el excelente estado de conservación de los cuerpos momificados y sus ajuares funerarios.

Sin embargo, hay otros aspectos muy interesantes relacionados con la muerte en el antiguo Egipto: por qué los egipcios se hicieron enterrar en un lugar determinado y qué criterios consideraron para elegirlo.

De esta pregunta se desprenden otras cuando estudiamos la organización del espacio funerario de la necrópolis tebana (antigua Tebas, actual Luxor) durante el Reino Nuevo (1550 a. e. c.- 1069 a. e. c.). ¿Podían elegir dónde construir su tumba? Si fue así, ¿influía en tal elección el estatus del propietario, así como en la construcción de la tumba?

Ubicación de Dra Abu el-Naga en la necrópolis tebana.
A.J.H.

Igualmente, cabe preguntarse si querían enterrarse junto a familiares, si tenían en cuenta la visibilidad de la tumba, el paisaje circundante o su ubicación respecto a la celebración de festividades religiosas.

Dada la ausencia de textos contemporáneos para confirmar estas cuestiones, podemos analizarlas gracias a la llamada arqueología del paisaje. Esta disciplina ha permitido realizar un estudio del territorio de la necrópolis tebana desde una perspectiva holística que vincula el paisaje geográfico con los monumentos funerarios, el urbanismo de la necrópolis y aspectos culturales y religiosos.

Si estudiamos aisladamente las tumbas tebanas y sus propietarios sin pensar en el marco funerario en el que se ubican –como se ha venido haciendo de forma tradicional– perderemos el contexto y nunca podremos conocer cómo era el paisaje sagrado de la necrópolis para un antiguo egipcio.

Tjanefer y su familia

Para mostrar cómo los antiguos egipcios eligieron el lugar de emplazamiento de su tumba sigamos el ejemplo de Tjanefer. Este sacerdote formó parte del clero de Amón en Tebas desde finales de la dinastía XIX (1295 a. e. c.-1186 a. e. c.) hasta el reinado de Ramsés III (1184 a. e. c.-1153 a. e. c.).

Tumba de Tjanefer (TT158).
A.J.H.

La tumba de Tjanefer (TT158) se encontró en la zona sur de Dra Abu el-Naga, una de las áreas que conforman la necrópolis tebana. Forma parte de una agrupación de dieciocho tumbas de época ramésida (XIX-XX dinastías, 1295 a. e. c.-1069 a. e. c.) que se han estudiado como un grupo, ya que están ubicadas en una zona que no está masificada.

Podemos demostrar que la ubicación de la tumba de Tjanefer no fue casual, sino que posiblemente tuvo en cuenta varios factores:

Grupo de tumbas ramésidas.
A. J. H.
  • Visibilidad. La visibilidad desde la tumba de Tjanefer hacia los principales monumentos funerarios de la necrópolis era extraordinaria. Entre estos destaca Medinet Habu, el “Templo de Millones de Años” de Ramsés III, bajo cuyo reinado ostentó sus cargos Tjanefer. Además, su tumba también era fácilmente identificable mientras se recorrían las rutas de los festivales religiosos.
  • Calidad de la roca. Este factor fue fundamental para la construcción y decoración de las tumbas. Así, la calidad de la roca en la tumba de Tjanefer es excelente según el estudio geomorfológico realizado.

La arqueología del paisaje en el estudio de una necrópolis egipcia

De entre estos factores, es posible que algunos tuvieran más importancia que otros en la elección de la ubicación de las tumbas. Dado que cada una tiene su casuística particular, no se puede generalizar a la hora de barajar los criterios implicados. Por ejemplo, la tumba de Paser tiene las mejores vistas desde su entrada –en comparación con las del resto de las otras tumbas del grupo– pero la calidad de su roca no es muy buena.

Entrada a la tumba de Paser (TT303).
A.J.H.

La ubicación y el diseño de la tumba se planificaban para resaltar el estatus del propietario durante su vida en términos de parentesco o de carrera administrativa. Además, era deseable tener unas buenas vistas al templo funerario del monarca reinante, a los lugares de culto de la vida religiosa del momento, así como a los caminos procesionales. De esta forma, el difunto se aseguraba el acceso eterno y de forma simbólica a los festivales religiosos celebrados en la necrópolis.

En definitiva, el estudio del territorio de la necrópolis tebana y la organización de sus tumbas desde la arqueología del paisaje permite adquirir un conocimiento sobre el mundo funerario egipcio que de otra forma pasaría desapercibido y que requiere de la interdisciplinariedad entre arqueología, egiptología, historia, geomorfología y filología.

Ángeles Jiménez Higueras, Arqueóloga y Egiptóloga. Investigadora Ramón y Cajal del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, Universidad de Granada

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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