EL SUEÑO FIDELISTA Por Douglas Zabala

63 AÑOS DE LA RUPTURA DIPLOMÁTICA CUBA – VENEZUELA

Al primer año de la caída de la dictadura perezjimenista, el 23 de enero de 1959 Fidel Castro fue invitado como un huésped de honor, porque también en Cuba, ese mismo año los barbudos habían bajado de la Sierra Maestra con su guerrilla, después de derrotar al dictador Fulgencio Batista.

A los dos años de aquella visita, Betancourt dejó perplejo al mundo diplomático cuando el 11 de noviembre de 1961 se dirigió al país, para anunciar el rompimiento de sus relaciones con el gobierno de Cuba, presidido por el comandante Fidel Castro Ruz.

“Vengo a anunciarle al país que el Gobierno Nacional ha participado en el día de hoy al gobierno de Cuba su decisión de romper relaciones diplomáticas y consulares. Hemos llamado a Caracas al personal de nuestra embajada en La Habana y se le ha solicitado al personal diplomático cubano acreditado aquí que dentro de un razonable plazo abandone el país”.

El rompimiento tuvo como contrapartida la actitud guerrerista del gobierno cubano, al darle apoyo a la insurrección armada iniciada por Douglas Bravo y el Partido Comunista de Venezuela. Todavía bajo el gobierno de Raúl Leoni, de las costas cubanas a las seis de la mañana del día 3 de mayo de 1967 un grupo de militares cubanos y guerrilleros venezolanos partieron rumbo a Machurucuto. Fidel Castro estuvo con ellos toda esa noche aupando la invasión a nuestro país.

Paradójicamente bajo otro gobierno adeco en 1974 las relaciones fueron reanudadas por Carlos Andrés Pérez. Las tensiones resurgieron en 1977 después del atentado terrorista al Vuelo 455 de Cubana de Aviación y luego de que cubanos buscaron refugio en la embajada venezolana de La Habana en 1980. Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, Cuba ha mantenido una injerencia permanente en nuestro país.

A 63 años de aquella ruptura con el régimen cubano, hoy Nicolás Maduro, no sólo nos amenaza con consolidar el zarpazo que le hizo a la soberanía popular el 28 de julio, sino que pretende imponernos también, la tragedia de arrastrarnos al viejo sueño Fidelista de vivir en condiciones miserables de existencia y sin democracia.

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