La defensa de los hermanos Lyle y Erik Menéndez, en prisión perpetua por el asesinato de sus padres en una lujosa mansión de Beverly Hills en 1989, dijo este miércoles que trabaja en tres alternativas para conseguir su liberación luego de 34 años tras las rejas.
AFP
Su abogado, Mark Geragos, solicitará a la justicia en una audiencia de hábeas corpus el 25 de noviembre que los hermanos sean sentenciados por homicidio involuntario, informó su equipo de prensa.
Si el juez a cargo del caso falla a favor, los hermanos podrían quedar de inmediato en libertad, debido a haber cumplido más de la condena máxima por este cargo en California que es de 11 años.
Otra alternativa para los Menéndez, cuyo caso ha vuelto a la opinión pública gracias a un documental y a la serie de Netflix «Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez», es obtener una nueva sentencia.
Para abordar esta petición, la justicia ha fijado otra audiencia para el 11 de diciembre.
El fiscal distrital de Los Ángeles, George Gascon, se mostró a favor de esta moción la semana pasada, cuando dijo que pediría al juez que redujera la sentencia de los hombres actualmente condenados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por asesinato.
Una sentencia menor abriría la posibilidad para que los Menéndez soliciten libertad condicional ante una junta.
Adicionalmente, su defensa formalizó un pedido de clemencia ante el gobernador de California, Gavin Newsom, para Lyle y Erik quienes tienen 56 y 53 años, respectivamente.
La petición también recibió el aval de Gascon, quien envió a Newsom cartas de recomendación al respecto.
«Apoyo firmemente la clemencia para Erik y Lyle Menéndez, que actualmente cumplen penas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional», dijo Gascon en un comunicado este miércoles.
«Han cumplido 34 años, respectivamente, y han continuado sus estudios y trabajado para crear nuevos programas de apoyo a la rehabilitación de sus compañeros de prisión».
El asesinato en 1989 de José y Mary Louise Menéndez fue objeto de un auténtico frenesí mediático en Estados Unidos.
El juicio de Lyle y Erik, en 1993, se retransmitía diariamente por televisión.
Los fiscales argumentaron que los hombres conspiraron para matar a sus padres y hacerse con una herencia de 14 millones de dólares.
El padre, José Menendez, era un inmigrante cubano que amasó una fortuna y fue director de operaciones del sello discográfico RCA.
La defensa sostuvo que los hermanos eran víctimas de abuso sexual y físico continuo por parte de su padre, y del silencio cómplice de su madre, por lo que estallaron después de años de sufrimiento.
Los hermanos, que tenían 18 y 21 años, no fueron condenados en primera instancia porque el jurado no llegó a un veredicto unánime.
Un segundo juicio en el que el juez se negó a examinar elementos relacionados con agresión sexual concluyó en 1996 con su condena a cadena perpetua por asesinato premeditado.
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