Maracaibo, una ciudad que no deja de sorprenderme con sus escondites cargados de sabor, magia y tradición. En cada esquina, en cada callejuela, se encuentra una historia que contar, un bocado que probar, una experiencia que vivir. Esta vez, mis pasos me llevaron hasta los confines de la ciudad, donde descubrí un lugar que, a primera vista, podría pasar desapercibido, pero que guarda en sus entrañas el verdadero espíritu culinario marabino.
Frente a la última estación del metro de Maracaibo, en los edificios Altos de la Vanega, se oculta un rincón sin nombre, sin grandes anuncios, solo un letrero modesto que reza: “Empanadas, pastelitos y bollitos pelones”. Esta es la señal inequívoca de que un tesoro está al alcance.
Al acercarme, la sencillez del lugar contrastaba con la riqueza de su oferta gastronómica, definitivamente un sitio que se adapta al bolsillo Marabino, calidad con precio asegurado.
Allí describí unas Empanadas doradas, crujientes, de Maíz Pilado, que al primer mordisco te envuelven en un sonido que solo puede describirse como la banda sonora de la perfección.
Los sabores tradicionales de carne mechada, pollo, pabellón, y pastelitos de papa que evocan la cocina de abuela, esa que nunca escatima en amor y sabor.
Pero lo que realmente me cautivó fueron los bollitos pelones. “De pollo, de Carne, de Pabellón, de Pure, y de carne también mijo”, me dijo su dueña con ese inconfundible tono marabino, ese que te hace sentir en casa. La magia de este lugar no radica solo en la comida, sino en la calidez que lo envuelve, en las mesas con manteles sencillos, en la atención que te hace sentir parte de una gran familia.
Este pequeño rincón, escondido en el bullicio de la ciudad, es una joya que todo amante de la gastronomía debe visitar. Maracaibo, con su inagotable capacidad de sorprender, me ha regalado una vez más un tesoro culinario que no puedo dejar de compartir.
Si alguna vez buscas algo rico y diferente, este es el lugar al que debes ir, un hogar lejos del hogar, donde las empanadas cuentan historias y los bollitos pelones son poesía.
@Soyjosecorrea
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