Es el año 800 A.C y Bemus, mercader de lienzos en el mercado de Grecia, camina sin encontrarse hacia la plaza, en su andar se le notaba el peso de su dolor y pecado. Bemus había sido castigado por fracasar como empresario y debía según la tradición colocarse una pesada cesta sobre su cabeza, en su caso de lienzos para que todos los ciudadanos lo vieran.
Así mismo, pero más adelante en la Italia pre moderna, en la edad medieval, la de la revolución industrial, Paulino, otro empresario con deudas pendientes, era llevado por la ley totalmente desnudo a la plaza pública donde tenía que golpear sus nalgas contra una piedra “especial” mientras una multitud se burlaba de él; y en aquella Francia del siglo XVII a los dueños de negocios fracasados se les colocaba una gorra (bonete) verde y eran llevados al centro del mercado donde anunciaban públicamente su bancarrota.
Sí, de seguro en este momento se imagina a varios conocidos suyos pasando por estas, digamos, desnudas penurias; a la persona que le debe dinero, al amigo dueño de la empresa aquella que cerró hace unos días y hoy sus empleados andan en un peregrinaje de deudas e impotencia; también recuerda cuando en una tarde soleada su socio principal le contaba una historia absurda y con la mayor seriedad del mundo finalizaba diciéndole: cerremos la empresa, es posible que en cada uno de estos casos vividos, desearía estar en aquellos años de gorras y cestas cercano a la plaza bolívar de su ciudad.
El cierre de una empresa trae dolor
Y es que el cierre de una empresa siempre trae consigo dolor, frustración, pena y duelo, es así como a lo largo de mi vida empresarial, como gerente me ha tocado llevar a cabo esa decisión tomada por la junta directiva, las causas han sido diversas, un divorcio repentino tras una infidelidad descubierta, la ida de pánico de un socio, las ventas bajas y costos recientemente analizados como alto, la lista es larga y el resultado siempre el mismo, la misma reunión en la sala de juntas y tras contradictorias gracias, gracias, gracias… la noticia develada. Duro momento.
Sin embargo, amigo gerente es bueno que usted conozca que el fracaso empresarial se estudia desde hace una década a través del único instituto en el mundo (California, EEUU) creado para ello y que desde ese tiempo ya ha llevado cursos y talleres a más de 300 empresas en más de 150 países, el Failure Institute.
No hay que ocultar los fracasos
Leticia Gasca es directora y cofundadora de este instituto, nos expresa que el conocimiento que existe en torno al fracaso empresarial ayuda a aceptarlo, recuperarse de esa experiencia y seguir adelante en este mundo de empresas y gerencial.
Ella plantea que cuando castigamos u ocultamos los fracasos empresariales sofocamos la innovación y la creación de nuevos negocios, es decir, si usted está pasando por este trance o va en vía de ello, reconózcalo y expréselo, sus causas, ayudaran a muchos y a usted en avanzar, fracase conscientemente y sobreviva.
Ahora bien, no existe en las redes sociales un empresario que diga, cerraré la empresa por…es lo contrario que vemos, pues entiendo que compartir esa historia es increíblemente difícil, solo se logra con alta dosis de vulnerabilidad, luego de un tiempo y ante un grupo reducido, a ellos es el mensaje.
Pero lo cierto es que usted no es el único empresario que fracasa, todos tenemos pérdidas ocultas. Y no por ello tiene que ser un momento de vergüenza y humillación como solía ser en la Grecia e Italia pasada. Más bien, es una oportunidad para compartir las lecciones aprendidas, se sorprenderá la empatía que logrará al contarlo.
Sobrevivir al fracaso
Y es que la escritora del Best seller Sobrevivir al fracaso: primeros auxilios para negocios al borde nos dice “que en el mundo el 95% de los productos que se lanzan al mercado fracasan y el 8% de los negocios que se emprenden cierran antes de cumplir dos años, en el mundo repito, es decir, que solo el 20% es exitoso y sobre esta minoría es que se nutren las teoría exitosas, y esto ocurre justo por que solemos tomar al fracaso como un tabú”.
Al mismo tiempo, a diferencia de aquella tarde soleada con su socio, cerrar tiene un costo y procedimiento administrativo y operativo de llevar a cabo y que la emotividad del momento muchas veces no hace medirlos: liquidación de empleados, cuentas por cobrar, pagar, tiempo de sanción por alquileres entre otros, y al menos que desea cerrar perdiendo más de lo que cree estimar, tome su tiempo con su administrador y trace estrategias, recuerde que de la forma de ese cierre dependerá su valor como empresario al futuro. Aquiétese un momento.
Fracasar rápido
Muchos estudiosos de grandes mercados hablan de la teoría, la cual surgió de las empresas informáticas mundiales, de fracasar rápido. Al respecto, el instituto del fracaso plantea que si bien es cierto esta acción acelera el aprendizaje y evita perder tiempos, considera que con ese estilo se estimula la pereza, el rendimiento fácilmente ante cualquier dificultad, dejando por fuera algunas otras posibilidades de seguir avanzando, digamos es como un matrimonio recién celebrado y ante el primer desafuero la solución es divorciarse. Vuelva a aquietarse.
Es bueno reflexionar que una empresa son personas y no son entidades que aparecen y desaparecen mágicamente sin consecuencias, al cerrar una empresa mueren con ello sueños, unos pierden dinero y otros sentido de vida, toda decisión debe llevar consigo esa carga espiritual de buscar el bien, y si no le queda otra y los números y esfuerzo no son satisfactorio, plantee el cierre de manera consciente.
Para finalizar conviértase en un líder vulnerable en estos caso, sí es extraño esta expresión como el titular de este escrito; sin embargo, un líder vulnerable es un líder empático, que es capaz de prever los impactos humanos, es ser consciente de las lecciones aprendidas y de la responsabilidad para compartir esos aprendizajes a un mundo que necesita empuje de personas que asuman y un liderazgo que tenga esa dosis de vulnerabilidad, que sea capaz de mostrar a los miembros del equipo de su empresa que usted también puede aprender de lo que sucede, mostrando lo que acontece en vez de esconderlo debajo de la alfombra.
Un líder en esta situación, vulnerable, hace que todo, desde conversaciones a proyectos y operaciones del día a día, sea más transparente, confiable y hasta divertida las situaciones adversas.
Fritz Márquez es articulista en varios medios nacionales. Es graduado en administración y posee una maestría en gerencia y negocios de las Universidades Fermín Toro y Yacambú del estado Lara.
@fritzmarquez360
Las opiniones expresadas en la sección Red de Opinadores son responsabilidad absoluta de sus autores.
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