Un espacio para caminar con Jesús
Tips Para discernir la realidad
Viernes 10 de mayo de 2024
Por: Antonio Pérez Esclarín
Nadie puede ser educador sin vocación de servicio.
Educar es alimentar la esperanza de que es posible un país y un mundo mejor. Si no tenemos esperanza estamos muertos como educadores. Educar no puede ser meramente un medio para ganarse la vida, sino que tiene que ser un medio para defender la vida, para dar vida, para ganar a la vida a los demás, para provocar las ganas de vivir con autenticidad y con libertad. Por ello, es imposible educar sin esperanza y nadie puede ser educador sin vocación de servicio. El verdadero maestro asume la aventura apasionante, y hoy dolorosa y heroica por el pésimo sueldo y trato que recibe, de permanecer fiel a la tarea de implantar una sociedad justa y tolerante. Anatole France decía que nunca se da tanto como cuando se da esperanza y Freire insistía en que la educación exige la convicción de que es posible el cambio. Implica la esperanza militante de que los seres humanos podemos reinventar el mundo en una dirección ética y estética, distinta a la marcha de hoy. No entiendo, nos dice Freire, la existencia humana y la necesaria lucha por mejorarla sin la esperanza y el sueño. La desesperanza nos inmoviliza y nos hace sucumbir al fanatismo en que no es posible reunir las fuerzas indispensables para el empate al recreador del mundo. No es posible luchar si no se tiene mañana y no se tiene mañana si no se tiene esperanza. No es posible pensar en transformar el mundo sin un sueño, sin proyecto. Los sueños son proyectos por los que se lucha, su realización exige esfuerzo, coraje, vencimiento.
Con Tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.
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